Juegos de Río: Colombia celebra, Atlántico llora
Se desnuda nuevamente la pobreza franciscana del deporte en la región de la Costa Caribe colombiana.
A la luz de los resultados, positivos para Colombia en los recientes Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, y mientras el país casi todo celebra las tres medallas de oro, dos de plata y tres de bronce como lo mejor en la historia patria, se desnuda nuevamente la pobreza franciscana del deporte en la región de la Costa Caribe colombiana.
Digo, casi todo -refiriéndome al país que celebra lo hecho en Brasil- porque si bien hay motivos para hacerlo, no es menos cierto que esas mismas conquistas olímpicas nos deben estar haciendo mella en el interior del corazón de los costeños. Dos deportistas del Atlántico, la atleta Briggite Merlano y el boxeador Carrillo, fue el “gran aporte” de los atlanticenses en las competencias. Sin nada positivo para destacar.
Mella en el corazón, sí, porque históricamente nuestro departamento ha sido abanderado en justas internacionales en representación de Colombia. La mendicidad en que se desenvuelven nuestros deportistas es, desde hace rato, gracias a la desidia e indiferencia de nuestros dirigentes deportivos y dirigentes administrativos que en nada le importan si llevamos o estamos representados.
Pero también por historia y tradición de esa misma desidia dirigencial hemos dado otro gran ejemplo de cómo se debe hacer para que no se nos tenga en cuenta. En materia deportiva iniciamos el camino de medallería olímpica con Helmuth Bellingrodt en Munich 72 junto a Clemente Rojas (otro barranquillero) y el cartagenero Alfonso Pérez. Con Roberto “El flaco” Meléndez (1939-40) fuimos los primeros en mostrar el fútbol más allá de las fronteras. Y con ‘Caimán’ Sánchez, fuimos los primeros en llegar al fútbol de Argentina, San Lorenzo de Almagro (1948).
Aquella ruta iniciada por nuestros deportistas ha quedado relegada casi al olvido. Como en el olvido han quedado acontecimientos precursores nuestros en el progreso colombiano; como ser pioneros en la radiodifusión, en el comercio fluvial, en el comercio aéreo de América, ser cuna del fútbol y de otros deportes. Y muchos otros hechos que en Barranquilla y el Atlántico abrieron las puertas para el desarrollo y progreso y cultura de nuestro país. Hoy no figuramos en nada. Cómo lograrlo si ni siquiera en Juegos Nacionales podemos cosechar más de dos medallitas de oro cuando veinte y treinta años atrás éramos los dueños de las competencias.
Pero ¿qué más podemos pedir en una ciudad y departamento en el que no existe voluntad política para el deporte? ¿Acaso podemos exigir que se nos seleccione en deportes como atletismo cuando no tenemos una pista para correr, ni tacos, ni vallas, tampoco partidores; no hay jabalinas, discos ni martillos para lanzar? ¿Acaso contamos con elementos para la práctica de la halterofilia? (pesas) cuando en el descuidado gimnasio del Estadio Roberto Meléndez las barras oxidadas y los discos que marcan el peso están descascarados y son un peligro infeccioso? ¿Qué podemos hacer en el boxeo cuando no contamos con cabezotes, guantines, ni peras, ni cuerdas ni mucho menos sacos para golpear? Son apenas algunos pocos de los tantos interrogantes que pueden hacerse en materia de implementación y espacios para la práctica de cada disciplina. ¿Cómo podríamos aspirar a emular a Yuri Alvear cuando en el mal llamado gimnasio de Judo no hay las condiciones mínimas y el Tatami (telón o colchoneta) que amortigua los golpes en las caídas está lleno de hueco y es un peligro para los yudocas?
¿Cómo podemos aspirar a ser como Mariana Pajón si no hay pistas de bicicross (BMX)? En Barranquilla, en tiempos idos y cuando dirigentes como Federico Rivera y Rafael Naranjo Pertuz en los años setenta y ochenta construían con esfuerzo propio pistas de motocross y patinaje nunca encontraron respaldo oficial. Por más interés que adalides del deporte intenten, la falta de voluntad política termina por ahogar esos sueños.
Todavía la gente se pregunta ¿Dónde está la pista de BMX que la alcaldesa Elsa Noguera prometió cuatro años atrás cuando Mariana Pajón consiguió la medalla de oro en los Olímpicos de Londres? Se prometieron cielo y tierra en las administraciones anteriores de Alex Char y Eduardo Verano De la Rosa. Terminaron sus mandatos y nada prometido se cumplió. Hace un año volvieron las promesas en sus nuevos mandatos. Y seguimos sin escenarios ni implementos. Por el contrario nos quedamos sin ellos. Ya no existe el múltiple Coliseo Humberto Perea. Tampoco el de béisbol Tomás Arrieta.
¿Cómo aspirar a figurar en ciclismo cuando el llamado velódromo es utilizado como lavandería de ropa y toda clase de eventos menos para el que fue construido? ¿Contamos acaso con un estadio de baloncesto cuando el Elías Chegwin echó al cesto de la basura lo poco que quedada de esta disciplina para convertirse en mercado público de librerías y actos religiosos? Existe la promesa que esos pasos de los “viejos” (escenarios) serán solo recuerdos con la construcción de los modernos que se levantarán orgullosos y altivos en breve tiempo. “Hay que esperar”, dicen.
¿Esperarlos? Sí, bajo la sentencia de Enrique Vengoechea y Joao Herrera-Indeportes (Atlántico) y SDRD (Distrito)- respectivamente: “Con los Juegos Centroamericanos y del Caribe del 2018 Barranquilla y el Atlántico vamos a quedar dotados de estadios y escenarios para todos los deportes”. Y ¿mientras tanto qué? –preguntamos- ¿Cómo vamos a preparar a nuestros deportistas precisamente para esos Juegos Centroamericanos? ¿Será que vamos a organizar la casa para prestársela a los invitados? ¿Nuestra presencia en esos Juegos la dejaremos en manos de los atletas de Antioquia, Valle, Bogotá y demás regiones del interior? Por lo que presentimos, así será. Tan solo dos años restan para las competencias. Y hasta el momento no se vislumbra ninguna representación de nuestro departamento ni de nuestra ciudad.